Yo también soy una Mamá Azul

Siempre quise ser mamá.
Soñaba que era una mamá de familia numerosa.

Y sí, todo eso, se cumplió.

Soy mamá de 4.
Cuando estaba embarazada de mi primer hijo, hace ya veinte años, había un miedo que me rondaba la cabeza y que, aún hoy, recuerdo cómo compartía con su padre: “ me da miedo cuando crezca, sea grande, salga por la noche….” Un miedo que, puede parecerte raro, inusual, sin sentido, pero que, te aseguro, que me aterraba. Un miedo que sentía, tal cual, lo había sentido mi madre.

Hoy por hoy, echando la mirada atrás, me doy cuenta de qué manera más insana de no estar en el aquí y el ahora y en lo importante de estarlo en cada momento que vivamos en nuestra vida; nos guste más o menos.

Y no sólo estaba ese miedo, había muchos otros. Algunos seguro que sientes o has sentido tú también. Y cómo ya te comenté, con el tiempo descubrí que eran miedos “heredados”, creencias limitantes que me hacían una auténtica mamá dormida viviendo desde el miedo.

Miedos y creencias que mis padres, sobre todo mi madre, me había “regalado” con todo su amor, porque quería protegernos y ella también los había recibido de su querida mamá.

¿Cómo pensar que tal cosa puede hacer daño?

Con todos esos miedos y creencias fui mamá, tres veces más.

Pero fue con mi cuarto hijo con el que experimenté el miedo e incertidumbre más grande jamás sentido. Ese que no te esperas y que te paraliza.

Con casi 5 años, le diagnostican TEA, apenas unos meses antes de aquel confinamiento mundial que vivimos y que tampoco esperábamos.

De repente nos vimos, mi familia y yo, en casa sin poder salir, con un diagnóstico y un montón de dudas, miedos, incertidumbres….

¿Pero sabes qué?

Que lejos de ser una pesadilla, (que fue lo que en un primer momento sentí), y gracias a todas las herramientas y experiencias que me ha dado el coaching estratégico, el estar 24/7 con él, me permitió descubrirle, entenderle y aprender a acompañarlo.

Pero también descubrí que para poder entenderlo y acompañarlo, primero tenía que hacerlo conmigo misma.

Cosa que el miedo y el vivir dormida no me había permitido hacer.

Y sí, el miedo más grande vivido, esa incertidumbre, ese montón de dudas, fue lo que realmente hizo ese click en mi vida.

Y sí, mi hijo me convirtió en una MAMÁ DESPIERTA.
En una mamá que se enfoca en lo que SI de su día a día.

Aunque hayan cosas del día o días completos que no me encanten, siempre hay algo en lo que SI enfocarte.

Me convirtió en una mamá que viviendo desde el AMOR, acompaña a su hijo a descubrir sus fortalezas, potenciales y sacar todo su partido.
Y no sólo a él, también a mis otros tres hijos, a los que la mayoría del tiempo los había estado criando mientras dormía.

A lo mejor, lo que te ha tocado vivir, no es lo que esperabas, créeme que te entiendo. Pero lo que está claro es que lo estás viviendo para algo muy grande.

 

TE Acompaño. TE Abrazo. TE Adminor.

La clave está en despertar y descubrirlo.