Los Ritmos de Aceptación

LOS RITMOS DE LA ACEPTACIÓN

Hoy te traigo un tema muy potente, un tema intenso y que es de los más importantes no sólo ante el diagnóstico de nuestro hijo o hija, sino también ante cualquier situación de la vida que pueda suponer una inquietud,

Me estoy refiriendo a los ritmos de aceptación. Y quiero hacer mucho hincapié en la palabra ritmos. Porque es en eso en lo que nos vamos a enfocar hoy, los ritmos en los que aceptamos.

Ya hemos hablado en otras ocasiones, que ante el diagnóstico de nuestro hijo/a, se nos presentan una infinidad de dudas, miedos, frustraciones, incertidumbre, rabia, enfado…… y a la vez, una imperiosa urgencia por saber más, entender y buscar a todos esos profesionales capacitados para acompañar a nuestro hijo o hija a partir de este nuevo descubrimiento.

Déjame decirte una cosa antes que nada, y recuerda que te hablo desde este ladito de la realidad. Cualquier persona, en este caso nuestros hijos e hijas son las mismas antes y después del diagnóstico.

Personalmente fue una de las claves que me ayudó a comenzar el proceso de aceptación. Entender que ese diagnóstico me aportaba claridad, respuesta a muchas cuestiones que me había hecho ante comportamientos y reacciones de mi hijo, me aportaba información para, con eso, poder buscar a los profesionales que iban a acompañarle en su desarrollo y a entender, que me tocaba a mi despertar y ser su guía.

Con todo esto, debemos entonces entender que si para mi, para ti que me estás leyendo estas líneas, supuso o está suponiendo un proceso intenso de aceptación. También para el resto de personas que conforman tu familia: pareja, otros hijos o hijas, incluso resto de la familia, supone el mismo proceso, pero cada uno de ustedes, lo está transitando a su ritmo, su ritmo perfecto.

Quiero en este punto dejar claro, por si te pudieras estar preguntado que dónde queda en toda esta ecuación tu hijo o hija diagnosticado, que para mi también es la persona más importante en toda esta situación. Pero también puedo garantizarte que tienes que trabajar en ti y en el resto de la familia para poderle dar todo lo mejor. Siempre te digo que lo que quieras ver en él o ella, tienes que verlo primero en ti, y que tu calma es su calma. Por lo tanto, puedes darte cuenta, seguro, de lo importante de que aceptes, no sólo la situación que están viviendo, sino tu ritmo perfecto de aceptación y también , por supuesto, el de resto de integrantes de tu familia que, aunque diferente, es igual de perfecto que el tuyo.

Suele pasar que creemos que hemos aceptado la situación pero realmente no es así.

En todas las familias siempre hay uno de los miembros que suele ser la persona que, aparentemente, coge las riendas de las situaciones que se puedan presentar en el día a día.

Esa persona que, además sin pensar mucho en ella misma, controla y se cerciora de que el resto de miembros de la familia, está bien y que la situación marcha como debe de ser. ¿Te suena esto?

En mi caso y el momento en que recibimos el diagnóstico fui yo esa persona. Pero solemos cometer varios errores.

Errores que no nos benefician a nosotras ni tampoco al resto de miembros de la familia.

El primero y más importante es que hacemos de cara a la galería que hemos aceptado la situación, aunque estemos mal y con todas esas emociones que comentábamos al principio. Pero hacemos ver y nos hacemos ver a nosotras mismas, que tenemos aceptada la situación.

Y lo primero que debemos hacer y escucha bien es ACEPTAR QUE NO QUIERO ACEPTAR. En mi caso, hasta que no acepté esto no pude empezar realmente ese proceso de aceptación que no sólo me iba a beneficiar a mi y al resto de la familia sino, por supuesto y lo más importante, a mi hijo.

¿Cómo vas hasta aquí? ¿Te vas sintiendo reflejada con este, mi ladito de la realidad?

Hay otro error que comentemos y que unido a este que te acabo de compartir puede convertirse en una verdadera bomba de relojería.

Y es que a nuestra supuesta aceptación o incluso cuando verdaderamente estamos en ese proceso de aceptación, le añadimos el pensar, pretender y casi que obligar a que el resto de personas de nuestra familia acepte a la misma velocidad que tú, que le inquieten exactamente lo mismo que a ti, ni más ni menos, sino lo mismo y que vea toda la situación igualita que tú.

Si esto pasa, van a suceder varias cosas.

Primero: que nuestro hijo o hija lo que va percibir, sentir y con lo que va a convivir es con conflicto, discrepancia, mala energía y recuerda que tu calma es su calma y la calma y armonía del hogar va a ser determinante para cada desafío y nueva experiencia, e imprescindible para su buen desarrollo.

Segundo: que tanto tú como el resto de la familia, además de también percibir todo esto que te comentaba en el punto anterior, van a sentirse aún más estancados y frustrados y no va a ayudarles en nada a poder avanzar en ese proceso de aceptación en pro de tu hijo o hija y del resto de la familia.

Tercero: El proceso de aceptación se va a ser más lento, más duro, y menos enriquecedor para todos los miembros de la familia.

Y Cuarto: Tardarán más tiempo en ser los Guías que necesita tu hijo o tu hija para poder también aceptar, crecer, desarrollarse y descubrirse.

Además, y como todo empieza en una misma y en casa, estaremos contribuyendo con este proceso de aceptación, con este respeto de ritmos, a una Verdadera Inclusión Real, porque una vez que nos entendemos y aceptamos a nosotras mismas, con nuestros ritmos, características, fortalezas, debilidades…… estaremos capacitadas para entender y aceptar a el resto de personas con las que nos relacionamos.

¿Puedes imaginarte que pedazo de misión tienes?

¿Y si todas las personas tomáramos esa misma actitud? Cómo crees que serían las cosas entonces?

Y podemos hacerlo, claro que si, aunque nos pueda parecer imposible. Sólo tienes que hacerlo tú y dejar que esa onda expansiva de tu actitud llegue a tu familia, entorno..y así ellos y ellas a su vez seguir expandiendo.

Será al ritmo perfecto, pero será. Peor sería quedarnos de brazos cruzados, ¿no crees?

Así que te invito a que identifiques en qué punto del proceso estás tú y también el resto de la familia. Que les invites a compartir en qué punto están cada uno. Y desde el respeto, amor y unión como familia, se apoyen y caminen de la mano. Sabiendo que así estará siendo muy bueno para cada uno de ustedes, para tu hijo o hija y será muy bueno también para el bien común.

¡Muchísimas gracias!

Con Actitud y Aceptación,

Carolina Rodríguez